SINDICATO DEL OCIO

"Los ratos de ocio son la mejor de todas las adquisiciones." Sócrates (469-399 a. de C.), filósofo griego.

De Conocidos y Extraños

Por: Jasón Victoria

 

Observó la sombra que se acercaba e intuyó que era ella. El ruido estentóreo de  la plaza Boyacá azotada por el látigo de Sol de mediodía se tornó en cómplice silencio ante la incertidumbre que aquella silueta de mujer despertaba en su cabeza, su cabeza que para sus adentros buscaba entre borrosos recuerdos una pequeña certeza como cuando por caprichos del azar reencontramos ese viejo álbum de fotografías en cuyas imágenes un desconocido en el fondo de nuestra foto, nos mira, nos dice, nos invita a entrar en el misterio: ¿te acuerdas de mí? ¿Sabes quién soy?…y la sombra cada vez más cerca como acelerando el final para saciar la duda con una oscura respuesta; el final, pensó él, el final o el principio de una nueva duda. Se preguntó en medio de sus cavilaciones en qué momento, de qué manera lo que empezó como una simple broma para entretener al aburrimiento, terminó por convertirse en este laberinto de dudas y espejismos de respuesta. Recordó  como hace casi ya un mes, se inició todo con una común y corriente llamada equivocada que Yahir quiso transformar en juego de lunes de sueño extraviado a las 12:33 a.m. con el telón de fondo de un televisor resplandeciendo en anuncios de tele ventas y concursos para azuzar el insomnio, suena su celular y sonríe ante el desconocido número:-“Buenas noches, Nelson, soy yo, Yesenia…espero no te moleste mi llamada…al fin pude conseguir tu nuevo número, sólo quería que supieras que mi propósito es ayudarte, ayudarte a recordar”…

Yahir no necesito emitir palabra alguna para iniciar el juego, su silencio fue el cómplice perfecto (a veces el silencio lo dice todo, a veces el silencio es todo lo que necesitamos escuchar) para seguirle la corriente y tomar el papel del tal Nelson…Yahir sonreía al intentar imaginar al tal Nelson y a la par conjeturaba sobre el nombre de ella, Yesenia, no recordó haber conocido a ninguna Yesenia en lo que llevaba de su existencia y fue inevitable volver a sonreír ante las dudas que le había despertado una simple y sencilla llamada equivocada, pero unas extrañas e incontrolables ganas por seguirla escuchando lo hicieron desistir de la sensata opción de colgar o sencillamente decir, disculpe señorita, está equivocada, marcó mal. La voz de Yesenia continuaba firme en su casi eterno soliloquio:-“como te decía Nelson, desde el accidente y la separación, tuve que seguir con los estudios en Armenia, vos más que nadie sabes lo difícil que es para mí tomar decisiones…yo se que por el accidente y la frustración por nuestra separación  era una utopía que quisieras buscarme, entiendo que hayas decidido olvidarte de mi…”.Y así transcurrió casi una hora, escuchándola en silencio. Yesenia le hablaba de lugares donde hicieron el amor, de un parque y una exquisita felación, del encanto de Nelson por sus perfectos senos pequeños, de una lengua obsesionada por el camino montañoso de una columna vertebral, de las edades de lulú, de canciones, de una tarde de Domingo, de fechas, de un 21 de abril, de un desencanto compartido, de una cicatriz de su niñez, de la aterradora posibilidad de morirse sin volverlo a ver, de la otra Tuluá que inventaron para amarse el uno al otro…

No pasaron dos días para la segunda llamada, justo a la misma hora de insomnio compartido: 12:33 a.m. musicalizado por el pito de un sordo vigilante, el teléfono celular vibró y he ahí a Yahir sumergido en la voz de Yesenia y sus historias:-“¿si se acuerda, Nelson, ese día que…?” Hablaba de noches irreversibles, de la sensación absurda de mutilación que nace del amor extraviado, de un eterno cansancio, de un castigo mutuo…una sarta de anécdotas incesantes de un pasado ajeno que ahora parecía cercano o que al menos servían para entretenerlo y protegerlo de los azotes de una noche en vela, una suerte de interés fingido que termina por convertirse en una honda curiosidad. Fue así como las llamadas continuaron por un mes, todas iguales como sol de domingo por la tarde, ella y su monologo y él que sólo se atrevió a confirmar su interés con un sí, un aja, un bueno. Le llamó la atención a Yahir el hecho que a pesar de lo corto de sus palabras, ella no notara o diera señales de sorpresa ante su tono de voz, de lo que para él era sin duda su voz y no la del tal Nelson. Las llamadas de esa extraña que ahora se  convertía en cotidiana, se transformaron  en un escape, en una suerte de pasatiempo para esquivar el peso de los bultos de la rutina. Claro que hubo espacio para el cansancio, casi como todo lo bueno en la vida, en la dilatación del exceso del placer terminamos por hastiarnos (quizás es el impuesto a pagar por las pasiones y las alegrías en esta tierra dónde todo se paga…a propósito que plan de minutos tendría ella?) y hubo un simulacro de enojo, unas ganas de colgar o diplomáticamente, con fina cortesía explicar:-“Señorita Yesenia, Yo no soy Nelson, se equivocó de número, soy Yahir y hoy no estoy para nadie, ni para mi”…pero una insólita incertidumbre, una clase de temor ante la pérdida de un tesoro encontrado, lo frenó y esa noche se quedo dormido escuchándola hablar de rasgos, señales, lunares que él no tenía en ninguna parte de su cuerpo. También hubo lugar para la sensatez, para la cordura, un fallido intento por marcar el número que aparecía registrado en las llamadas. Yahir pensaba, de cual manicomio saldrían esas llamadas pero simplemente nadie contesto en aquel 317225…

Y así continuó el cauce de este juego, de esta inusitada relación, que en realidad no hacía daño  nadie( quizás ella necesitaba ser escuchada y él escuchar a alguien), eso hasta la llamada de anoche cuando Yesenia, sorprendentemente parca, escueta, se limitó a decir:-“dejemos el Jueguito ya, Nelson , creo que ya es justo y necesario, que recobres la memoria…te espero mañana a las 12:33 p.m. en la plaza Boyacá, ya tengo los tiquetes comprados, mañana mismo nos vamos”…así, sin más detalles, y a Yahir no le quedó mas respuesta ante aquella orden que reírse y se dijo:-“Vaya loca la que me he ganado, se quedara esperando en su San Isidro, en su Sibaté porque yo mañana voy pero a trabajar. Por capricho del azar (siempre tan caprichosa la cabrona suerte) ese día lo llamaron de la Fábrica para decirle que no tenia turno. La repentina noticia le robó otra sonrisa burlona, esta vez nerviosa. No sabía cómo explicar el por qué de las ganas de ir a verla, la punzante curiosidad inherente al Tulueño, quizás un deseo oculto por conocer ese cuerpo que ante las intimidades que ella le narraba, había enloquecido al tal Nelson, o simplemente un arrebato, un gusto del ser humano por llevarle la contraria a la cordura, digamos que su corazón se sobresaltó ante la idea de al menos verla (en su mente recreaba los recuerdos ajenos del tal Nelson, esas exquisitas felaciones de esa magistral boca)el hecho era que ahora estaba ahí en plena plaza Boyacá, bajo el sol y congelado por el terror y la incertidumbre de esa sombra femenina, de esa silueta de mujer que se acercaba. La miró a los ojos y confirmó que eran hermosos, esa boca, perfecta, maravillosa; Ahora un nuevo miedo nacía, ahora el miedo era porque ella se daría cuenta al verlo, que todo fue una equivocación, una confusión, una broma, que él no era Nelson…ante la magia del rostro de esa mujer ahora Yahir quería serlo…la duda y la inteligencia que siempre se cuelan por el más pequeño resquicio de la confusión, lo hicieron meditar:-“y si ya me vio y sabe que no soy Nelson, entonces por qué se acercó a mí, creo que es hora de aclarar todo”…pero justo antes de que Yahir abriera la boca, Yesenia lo frenó en seco( y a quien no frena) con un beso, para luego decirle, casi ordenarle:-“Nelson, mi amor, vámonos que se nos hace tarde. Yahir obnubilado, casi sedado, sólo pudo decir: si, Yesenia, vámonos…

Y la pareja se confundió con la gente que se agolpaba ante el rezo de un culebrero, a un costado de la plaza Boyacá. Un hombre se quedó mirando con repentina curiosidad a aquella pareja, tan abrazados que parecían uno solo, rumbo a la terminal.”Qué miras Nelson”, le preguntó un hombre al otro hombre;-“No sé, esa hembra que pasó con ese man, me pareció como conocida, pero nada, maricadas de la mente de uno que confunde a conocidos con extraños”.

4 comentarios el “De Conocidos y Extraños

  1. Cat
    28 diciembre, 2011

    ¡Excelente Jason! Un texto excelso. Esta historia me hizo recordar un par de cosas que creí enterradas.

  2. cumbia
    23 enero, 2012

    Me gusto mucho…. muy buen texto… muy buena historia!!!

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Esta entrada fue publicada el 26 diciembre, 2011 por en E).EL RINCONCITO DE LA METAFISICA.

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